sábado, 5 de abril de 2008

EL CONTENIDO DE LA ONTOLOGIA

La triple temática del problema ontológico.

1.- Estamos colocados ya en el nivel de la ontología. La investigación metafísica del ente particular constituye su sección central. La precede el tratamiento del ente común o ente trascendental. La sigue la indagación metafísica de la causalidad o dinamicidad del ente particular. De esta manera, la ontología –primera parte de la metafísica- es susceptible de ser dividida en tres secciones. Se ocupa la primera del estudio del ente trascendental con el establecimiento de su existencia, la determinación de su naturaleza, el análisis de sus propiedades y la resolución de su peculiar forma de predicabilidad.

2.- Pretende la segunda un análisis pormenorizado del ente particular. Un estudio tal rebasa, desde el primer momento, el cometido que los manuales al uso se imponen al hacer un examen del llamado ente predicamental o ente categorial. Un tratado existencial y esencial de las categorías averigua, ciertamente, la existencia y expresa la naturaleza de los distintos modos en que el ente particular se nos presenta. Pero aunque se prolongase en un examen detallado de todas las categorías del ente, quedarían sin resolver –por detrás y por delante, a derecha y a izquierda,- una muchedumbre de cuestiones de indudable abolengo metafísico. Habríanse estudiado las categorías del ente, pero no se habría tratado el ente categorial en toda su complejidad entitativa..

3.- Intenta la tercera un estudio de la función dinámica y causal del ente particular. Repárese cuidadosamente que hablamos de función causal del ente. Correríamos el riesgo de abandonar la ontología si no advirtiéramos, de modo suficiente, la dimensión exacta de esta nueva investigación sobre el ente. No estamos aun considerando el ente particular en su condición de efectuado, en su formalidad de causado o producido. Se investiga aquí el ente como causa, no la causa del ente. Una indagación de la causa del ente producido, si pretende ser metafísicamente exhaustiva, nos hace rebasar la estricta ontología para entrar, sin trascender la metafísica, en el ámbito de la teología natural o teodicea. Por eso insistimos en afirmar que la materia de la que se ocupa esta tercera sección de la ontología está constituida por el ente como causa. Al igual que en todo problema metafísico una doble cuestionabilidad fundamental domina en ella: la cuestión existencial de la causalidad que se propone averiguar su realidad efectiva y la variedad de sus aspectos, y la cuestión esencial que pretende explicar la naturaleza, propiedades y principios de dicha función causal.

La unidad de la ontología.

1.- Esta triple temática del problema ontológico no atenta contra la unidad formal que la ontología, como parte que es de la metafísica, disfruta en comunidad con la teología natural y con la gnoseología. Las disciplinas científicas se especifican y diferencian entre sí, y hasta se estructuran en unidad interna, por el lado formal de sus objetos. Así, habida cuenta de que el objeto formal de la metafísica es la entidad como tal, debe decirse que ontología, teología natural y gnoseología, estudiando sus respectivos objetos materiales –ente ontológico, ente teológico y ente gnoseológico- bajo la común y unitaria razón de entidad, no constituyen tres disciplinas autónomas e independientes, sino tres partes de una misma ciencia metafísica.

Aquella triple temática del problema ontológico gozará, por lo pronto, de la unidad formal que, esencialmente, realiza la ontología. El ente trascendental, general o común, el ente predicamental, categorial o particular y el ente en su función causal son estudiados bajo la razón formal de la entidad como tal. Pero además, gozan de un último residuo de unidad y convergencia en la materialidad del ente ontológico.

2.- La unidad material que el ente en su función causal mantiene con el ente particular puede ser establecida por la más simple y natural consideración: es el mismo ente particular el que es estudiado en su interna constitución y en su dinamicidad o causalidad.

La convergencia, en el ente ontológico, del ente particular y del ente común, auque más difícil de observar, no es imposible de establecer. Ya es bastante significativo advertir que el ente común se dice primariamente, común a la sustancia y a los accidentes, es decir, a las categorías, y que el ente trascendental se llama así porque trasciende de todos los predicamentos sin que ello signifique, empero, que no se realiza también en cada uno de ellos.

De no acontecer así el ente trascendental, común o general sería Dios, el ente formalmente infinito y trascendente. Cuando estudiamos el ente común, lo que se encuentra en el término de nuestra indagación no es la causa primera extrínseca de los entes efectuados, sino lo que de común hay en todos los entes con existencia formal en la naturaleza de las cosas. Puede, en consecuencia, llamársele ente ontológico. Y cuando estudiamos metafísicamente el ente particular no atendemos a la particularidad que le hace ser tal o cual –piedra, álamo, buey u hombre-, sino a la entidad que realiza. No hay, por lo tanto, inconveniente alguno en que caiga bajo aquella msma denominación.

La ontología, pues, tratando del ente trascendental o común se ocupará también del ente categorial, bajo la común razón de ente, es decir, de todo ente particular con existencia formal en la naturaleza de las cosas en la justa medida en que realiza la formalidad de la entidad. La unidad esencial de la primera sección de la ontología se torna unidad participativa - pero no por eso menos formal- en las otras dos secciones.

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